La semana santa de este año la vivimos con especial intensidad encomendando nuestras oraciones a todos los afectados por la pandemia del coronavirus. Desde el jueves santo, iniciamos el pórtico al triduo pascual con la celebración eucarística vespertina de la cena del Señor. Se expuso el Santísimo, como de costumbre, después de misa, en torno a las 21h.00, y su adoración se hizo por turnos horarios, desde las 10 de noche hasta las 9 de la mañana. En ningún segundo de ese intervalo estuvo sólo el Santísimo. Pues, a cada seminarista le correspondía una hora para velar en oración. La velada fue iniciada por el P. Jaime.
Hay que destacar en el viernes santo la celebración de la Pasión a las 15h.00, seguida por el vía crucis. Una oración dedicada a las afectados por la pandemia fue la novedad que se introdujo en la oración universal de la acción litúrgica
El sábado santo el día estuvo marcado por la preparación de la Vigilia Pascual. El ambiente seguía siendo bastante sobrio hasta que los cantos del ensayo de la celebración de la Vigilia interrumpieron el ritmo de silencio que introdujo el viernes santo. Empezamos la vigilia a las 23h.00 y terminamos a las 2h.00 de la madrugada. Fue una celebración muy viva y alegre. El jardín fue el lugar donde se hizo la fogata, y desde allí salimos en procesión hasta la capilla. No omitimos ningún solo detalle de la celebración. Después de misa, entre cantico y alabanzas, compartimos un pequeño tentempié en el comedor.
La misa del domingo de resurrección la tuvimos a la 13h.00. Y después de misa, la comida fraterna. A partir del día siguiente, lunes día 13, hasta el domingo 19, tuvimos unas semi-vacaciones, que consistieron en hacer el horario más flexible, y así dedicarnos más a nuestros quehaceres personales.